Flâneuse

07/09/2021

 

En el París de los pasajes comerciales y de las grandes avenidas diseñadas por Haussmann en el siglo XIX, surge el flâneur, una de las figuras más características de la modernidad. Originalmente, la flânerie consistía en caminar por la ciudad sin rumbo ni objetivo definidos, simplemente por el placer de observar el paisaje urbano, en el que la mujer tenía un papel protagonista como objeto de la mirada. Esta actividad ociosa hoy nos puede parecer habitual, pero entonces requería una libertad de uso del espacio público que sólo los hombres podían permitirse. Autoras como George Sand, Flora Tristán o Concepción Arenal se vistieron de hombres para burlar las normas sociales que sustentaban este privilegio masculino, mientras recluían a la mujer al ámbito familiar. Igualmente, artistas y escritores, como Charles Baudelaire, convierten sus deambulaciones en una valiosa experiencia estética, a la que las artistas no tenían acceso, como expresó la pintora Marie Bashkirtseff:

“Añoro la libertad de deambular por la calle sola, de entrar y salir a mi aire, de poder sentarme en Las Tullerías y en los jardines de Luxemburgo, de pararme ante los escaparates de las tiendas artísticas, de entrar en iglesias y museos, de callejear por la noche por la parte antigua; eso es lo que añoro, y sin esa libertad es imposible convertirse en una auténtica artista”.

El término flâneuse no surge hasta finales del siglo XX, cuando la crítica feminista cuestiona la definición de la modernidad desde la prioridad de la mirada masculina. A partir de entonces ha ido ganando popularidad y, en la actualidad, se utiliza de forma amplia para referirse a la contrapartida femenina del flâneur. Este paso de la mujer como objeto de la mirada a sujeto que observa y recrea, es una de las muchas formas de entender la conquista de un espacio urbano que nunca ha sido neutro. Sigue siendo necesario preguntarse en qué condiciones puede utilizar el espacio público una ociosa paseante, o una artista que recrea recorridos urbanos como hacen Agnès Varda, Sophie Calle, Chantal Akerman, Janet Cardiff o Paulien Oltheten, y cómo cabría mejorarlas. Es difícil que exista una flânerie femenina plena si no puede realizarse con la misma libertad que los hombres. En este sentido, cabe sensibilizar a un mayor número de urbanistas ante la necesaria integración de un enfoque de género en el diseño y la gestión de los espacios públicos. Porque la ciudad debe ser un espacio de igualdad, para todas las miradas y caminantes.

 

 

Para saber un poco más:

Elkin, Lauren. Flâneuse. Women Walk the City in Paris, New York, Tokyo, Venice and London. 2016

Iglesias, Anna María. La revolución de las flâneuses. Wunderkammer, 2019.

 

 

Yolanda Pérez Sánchez