Una arquitecta entre juegos infantiles

01/09/2023

 

Siempre nos han dicho que la carrera de Arquitectura era algo más que proyectar y construir edificios. Es más, en los momentos más duros de la crisis del ladrillo alentábamos a nuestro alumnado a que se formara y preparara para desarrollar diferentes actividades relacionadas con uno de los principales valores de un profesional de la arquitectura, la creatividad.

La opción de un puesto de trabajo en una empresa constructora o en otras relacionadas con el sector de la edificación o del urbanismo… no siempre es sencilla. Por ello, la mayoría de las veces, debemos crear y dirigir nuestra propia empresa. Enfrentarnos en solitario a ese mundo laboral que cuando empezamos a estudiar esta maravillosa carrera aún queda muy lejano.

Finalmente nos diversificamos, somos multifuncionales, reciclamos, reutilizamos, somos sostenibles, ecológicas, verdes... buscamos nuestro pequeño nicho laboral que nos permita vivir de lo que nos enseñaron… o de lo que aprendimos por nuestra cuenta. Estas reflexiones me llevaron a contactar con una de las arquitectas que salieron de la ETSAC y que creo es un ejemplo de profesional versátil y mujer actual.

Noemí Basanta Cheda, se tituló en el año 2008. Se decidió a cursar Arquitectura “por ser una carrera que abarca todo tipo de disciplinas, desde las técnicas hasta las artísticas” y escogió como preferencia la rama de urbanística por su clara influencia en la sociedad.

Mantuvo relación con la Escuela de Artes y Oficios de A Coruña, lo que le ayudó a formarse y a ponerse en contacto con el entorno de la artesanía y el diseño. Formar parte de la cantera del Conservatorio Profesional de Danza de la Diputación (antiguo Rey de Viana) y de distintos talleres de teatro _actividad a la que se dedica de forma intermitente_ le hace afirmar que “la danza y el teatro son fuentes de aprendizaje constante”, disciplinas orientadas a transmitir emociones a un público diverso, de ahí su similitud con un proyecto arquitectónico ya que “parten de una idea original para la que es preciso desarrollar soluciones técnicas desde la creatividad, basada en la experiencia, con el fin de sorprender innovando”.

Tras realizar colaboraciones en distintos estudios de arquitectura y diseño, como Onarquitectos, Carmen Mosquera o el escenógrafo Suso Montero, finalmente, emprendió la tarea de buscar un puesto en el ámbito de la industria. Así comenzaría su relación con Galopín Playgrounds de cuyo equipo de arquitectura forma parte desde hace quince años.

Destaca el planteamiento empresarial de Galopin a la hora de considerar el espacio público para la infancia como un lugar complejo, determinado por variedad de factores externos propios de la sociedad, la economía o la política que influyen a la hora de llevar a término un proyecto de ocio infantil. Gestionar armónicamente esta multiplicidad de entidades supone una clara transferencia hacia la sociedad de sus aptitudes profesionales.

Su visión de la ciudad le hace reflexionar sobre la “necesidad de procurar espacios para toda la población sin excluir a nadie por su edad o su condición, orientados, en lo posible a la universalidad y la diversidad funcional”. “El juego es un derecho y ejerce una función importantísima en la sociedad. El niño debe tener un espacio seguro, de calidad, con diseño óptimo, contando no solamente con los elementos de juego, sino también con el entorno, la sombra, el arbolado, las vistas y las relaciones con el resto de la ciudad.”

En su trabajo como arquitecta defiende la idea de un proyecto negociando en todo momento con los estudios de arquitectura e ingeniería, técnicos municipales, comerciales, colaboradores, ingenieros, artesanos, etc. para conseguir un resultado coherente y satisfactorio. “Diseñamos parques teniendo en cuenta que todos tenemos los mismos derechos independientemente de nuestras diferencias, evitando los clichés de género, pero con la idea de satisfacer a todos”.

 

Fuente: Entrevista con la arquitecta.

 

María Inés Pernas Alonso