El otro 90%?

01/04/2023

 

Lejos de ser capaces de ponernos en la piel de quién sobrevive con total incertidumbre durante años en una vivienda temporal de 15m2, o de quien toda su vida habita hogares precarios e insalubres, la situación pandémica a la que nos enfrentamos en 2020 nos situó ante una emergencia global que, por primera vez, nos hizo sentir esa palabra como propia. Del mismo modo que Joseph Brodsky en su habitación y media, buscamos la manera de modificar el espacio de nuestros hogares para convertir en infinito cada esquina de los mismos y desarrollar en cada reducto todo aquello de lo que se nos privó en el exterior, al tiempo que preservar nuestra tan deseada intimidad. Con suerte será la única vez en la podremos minúsculamente ponernos en la piel de quien comparte esos 15 m2 con otras 7 personas.  

El ingenio de cada habitante hizo más o menos placentero y viable su “encierro” pero la arquitectura que habitamos mucho ha tenido que ver con que ese ingenio haya podido convertir nuestros espacios en saludables y seguros. El confinamiento en nuestros hogares evidenció el trabajo bien hecho de muchas arquitectas y arquitectos, pero destapó también una gran cantidad de deficiencias en nuestro modo de actuar como profesionales en los últimos años. Atrás empieza a quedar aquella arquitectura basada únicamente en una estrategia de estetificación, vacía en tantos sentidos y alejada de su aspiración social y humana. Sin embargo, estamos todavía lejos de alcanzar la honradez y honestidad para que nuestra obra sea una respuesta a las demandas de nuestro tiempo.  

Esas demandas, no lo olvidemos, no pertenecen solo al diez por ciento de los que vivimos seducidos por la sociedad de consumo. Sino, de manera fundamental, a ese mal llamado “90% restante” de población que predominantemente vive en condiciones de vulnerabilidad dentro y fuera de nuestras ciudades. Siempre me ha sorprendido como a un 90% se le puede tratar de excepción.  

Muchas son las arquitectas que han trabajado y siguen trabajando para ese 90%; en la cápsula anterior Cristina nos hablaba de Joan MacDonald. La propia Cristina ha trabajado en algún proyecto de cooperación. Otras son Anna Heringer, Irantzu Serra, Kathrin Golda-Pongratz, Verónica Sánchez, Elena Giral, Yasmeen Lari... Algunas más conocidas que otras, todas igual de importantes. En futuras cápsulas quizás podamos profundizar sobre ellas. Pero una visión rápida nos permite en este texto acercarnos a un sector de la arquitectura de la que poco se nos habla en las escuelas.  

En estos momentos, por primera vez desde 1990, se está produciendo el incremento de la pobreza en el mundo, estimándose que aumentará en 500 millones de personas más, quienes tendrán grandes dificultades para satisfacer sus necesidades básicas.  Muchas de ellas se encuentran, además, lejos de sus hogares, desplazados por catástrofes naturales, violencia o conflictos armados. El número de personas que de manera forzada han tenido que abandonar sus viviendas se ha duplicado en el mundo en los últimos diez años.  

 

La situación que estamos viviendo tiene mucho que ver con nuestros actos de explotación del planeta. Únicamente la reducción de la desigualdad, de la violencia, de la migración forzada, del consumo, de la explotación de recursos, de la producción de residuos, de la contaminación y del crecimiento económico como depredador ecosocial, permitirá que el resultado de nuestros actos no sea irreversible.  

La Vulnerabilidad se define como las “características y las circunstancias de una comunidad, sistema o bien que los hacen susceptibles a los efectos dañinos de una amenaza”. Todas las personas desplazadas tienen que enfrentarse a obstáculos mayúsculos, pero en el caso de las mujeres estas dificultades se multiplican exponencialmente, derivadas de la falta de acceso a derechos, factores culturales y situación socioeconómica y jurídica. Si por ende las razones de desplazamiento son motivos de género todavía se dificulta más su acogimiento. La vulnerabilidad a la que se enfrentan las mujeres y niñas refugiadas, que suponen casi el 50% de las personas que tienen que abandonar sus hogares por la fuerza, solo se solucionará si desde el inicio implementamos estrategias de género en nuestros proyectos.  

El pasado diciembre se publicó un libro coordinado por las sociólogas Saskia Sassen y Natalia Ribas, Gender and Global Migration, que expone historias interrelacionadas de la globalización, el género y la migración en el siglo XXI, examinando los flujos migratorios recientes y los corredores migratorios cambiantes en todo el mundo. Tuve el honor de recibir el encargo para escribir el capítulo sobre cuestiones de género en el caso de viviendas de emergencia y transición.  

Como arquitectas tenemos la enorme capacidad, y no menos responsabilidad, de influir en la habitabilidad de estas personas, catalizando nuestros esfuerzos hacia una transformación que proteja al cien por cien, no solo al diez.  

 

Para saber un poco más: 

https://www.e-elgar.com/shop/gbp/the-elgar-companion-to-gender-and-global-migration-9781802201253.html 

 

 

 

Patricia Muñiz Núñez